Boswellia: una respuesta milenaria (y fiable) contra la inflamación
Las grandes distancias geográficas, tradicionalmente, han supuesto un inconveniente para la comunicación entre civilizaciones. De manera paralela, esta distancia ha supuesto una ventaja para conservar saberes ancestrales, como los de la medicina china, o la ayurvédica, de la India, los cuales han sido los pilares de la medicina asiática durante milenios. En la actualidad, debido a fenómenos como la globalización, las civilizaciones y los conocimientos de todas las civilizaciones han entrado en contacto, y han aportado adelantos con los que la medicina occidental no había tenido oportunidad.
La Boswellia es uno de esos tesoros ancestrales que tenía reservada la medicina ayurvédica india hasta hace pocas décadas, pero no por ello ha sido una desconocida para las civilizaciones occidentales. Se trata de una resina obtenida de la Boswellia Serrata, un árbol de ramas medianas, de la familia de los Burseraceae, que crece en las regiones montañosas y escarpadas de India, el Norte de África y Oriente Medio. Su uso religioso y cultural se remonta a tiempos muy remotos, civilizaciones como la babilonia, la persa, la china o la romana ya hacían uso de la resina de la Boswellia.
Su aceite de goma de resina es extraído a partir de incisiones hechas en el tronco del árbol, para después ser almacenado en cestas de bambú que permiten separar el aceite de la goma solidificada. El uso que hacían las civilizaciones antiguas de la resina de la Boswellia ha sido diverso, esta se ha utilizado como adhesivo, ingrediente para cosméticos, elaboración de fragancias, celebraciones religiosas y usos curativos.
La primera referencia médica que se tiene de la Boswellia viene del “Charaka Samhita” de Charaka, el primer texto médico indio, que data del año 700 a.C. Tras este texto fundamental de la medicina ayurvédica llegaron más textos que recogieron la bondades de la resina de la Boswellia, como el “Sushruta Samhita”, y el “Ashtanga Sangraha”, los cuales son calificados como los pilares de la medicina ayurvédica.
En esos inicios de la medicina india ya se contaba con la resina de la Boswellia como un remedio para la artritis. Sumado a este efecto, la medicina ayurvédica evidenció también que era un buen remedio para la diarrea, la disentería o la tiña. También se recetó para enfermedades de la piel, asma, dolor crónico, enfermedades cardiovasculares, entre otras.
La medicina occidental, en tiempos recientes, se ha interesado por la resina de la Boswellia, especialmente por su poder antiartrítico, antiinflamatorio, como antagonista de la placa coronaria, y también como analgésico y hepatoprotector. Estudios in vitro han demostrado que la resina de la Boswellia bloquea la enzima proinflamatoria 5-lipoxigenasa. Además, se ha demostrado que contiene otros componentes antiinflamatorios, como la quercetina, que actúa como antioxidante, a diferencia de los inhibidores específicos de la 5-lipoxigenasa.
La importancia de que la Boswellia actúe contra esta enzima reside en que la 5-lipoxigenasa causa inflamaciones ya que promueve el daño de los radicales libres, la deslocalización del calcio, la adhesión celular, y la migración de células promotoras de la inflamación. Todos estos factores revelan el potencial de la Boswellia como desinflamatorio.
Además, a diferencia de los fármacos antiinflamatorios no esteroideos, como la aspirina o el ibuprofeno, que interrumpen la síntesis de glicosaminoglicanos (biomoléculas fundamentales para los tejidos conectivos, óseos, y de la piel); la Boswellia reduce la degradación de estas biomoléculas. Esto minimiza la degradación de este tipo de tejidos, como los cartílagos, fundamentales para las articulaciones, especialmente en casos de lesión.
Por otro lado, también es reconocido por la comunidad científica el uso de la Boswellia como complemento a la quimioterapia en varios tipos de cáncer. Científicos de la Universidad de Hamdard, de Nueva Delhi, encontraron que uno de los ácidos de la Boswellia induce a la muerte celular de varias células tumorales. En concreto lo hace mediante la activación de las caspasas, proteínas clave en la activación de señales que inducen a la muerte celular, así como de otros mecanismos promotores de la apoptosis.
Aunque algunas civilizaciones han utilizado la Boswellia con un fin terapéutico variado, bien sea para tratar el asma o el pie de atleta, una de sus formulaciones más consistentes en el tiempo ha sido la de antiinflamatorio. En la actualidad se disponen de estudios que corroboran cómo funcionan los mecanismos de la Boswellia contra la inflamación, y su éxito.
Algunos complementos fitoherbales ya incluyen a la Boswellia como ingrediente activo para luchar contra la inflamación, como Tendinol Senior, mientras que otros laboratorios comercializan su extracto de resina para tratar la artritis de una manera más directa. Mientras que la evidencia clínica ya ha demostrado la capacidad antiinflamatoria de la Boswellia, la resina de este árbol y su dilatada historia sigue siendo un campo desconocido para muchos, pese a que ha acompañado a la Humanidad durante miles de años.
Publicado en: Salud
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