¿Por qué cada vez hay menos casos de Alzheimer?
Nuestros mayores sufren de un deterioro que juzgamos como natural: las células envejecen, las más viejas mueren y de esta manera el organismo envejece orgánicamente. Una dolencia que se relaciona con este envejecimiento es el Alzheimer. Esta enfermedad se manifiesta mediante pérdidas de memoria y dificultades para llevar a cabo tareas de razonamiento abstracto y la toma de decisiones. El Alzheimer aumenta su incidencia en la población de manera progresiva: así, si menos del 7% de los españoles entre 75 y 79 años padecen de Alzheimer; la franja de mayores de 90 años presenta una incidencia de casi el 40%.
Sin embargo, al contrario de un predecible aumento en el número de casos, los científicos están observando que, en la actualidad, el porcentaje de diagnosticados disminuye. Se trata de una inclinación que se está documentando en Europa y Estados Unidos, y lo que más sorprende a los investigadores es que esto esté ocurriendo sin que exista un tratamiento farmacológico específico para el Alzheimer.
Esta enfermedad afecta a la memoria de corto y largo plazo, pero también afecta a la toma de decisiones, el razonamiento, y la planificación de tareas rutinarias. No sólo eso, hace mella en el estado de ánimo de los pacientes, quienes experimentan síntomas de depresión, apatía, aislamiento e irritabilidad, al mismo tiempo que su memoria se desvanece. En la otra cara de la moneda, esta enfermedad también supone una preocupación para los cuidadores, más conscientes del deterioro de la persona.
¿Qué ocurre en un cerebro con Alzheimer?
La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurológico que avanza de manera progresiva, se trata del tipo más común de demencia en personas mayores. En su proceso como trastorno neurológico el cerebro se encoge, sufriendo una atrofia que provoca pérdidas neuronales. Al tratarse de una enfermedad de avance progresivo, la pérdida de facultades tiene lugar de manera paulatina.
En primer lugar, se aprecian pérdidas de memoria a corto plazo, aunque con el avance de la enfermedad se presentan olvidos de información mejor recordada, como los nombres de los hijos. Otro aspecto donde se aprecia una merma en las funciones es en el lenguaje: al principio se observan dificultades para encontrar una palabra precisa en una conversación, luego existen dificultades para recordar los nombres, y posteriormente hay una dificultad para comprender el lenguaje.
No obstante, estos no son los síntomas menos llevaderos del Alzheimer para los cuidadores. A medida que avanza la enfermedad, los cambios en el estado de ánimo tienden a empeorar. De una pasividad o apatía, o dificultad para expresar las emociones, se puede pasar a cambios en la conducta con cuadros como la psicosis, la agitación, los delirios, la paranoia o las alucinaciones.
Los factores de riesgo en el punto de mira
La pregunta que se hacen los investigadores, al comprobar que el porcentaje de personas diagnosticadas con Alzheimer es menor ahora que hace 15 años, es cuál es la causa de este descenso. La prensa lo califica como un misterio, mientras que los especialistas buscan la respuesta en los factores de riesgo asociados al desarrollo de esta enfermedad.
Los principales factores de riesgo del Alzheimer tienen que ver con la edad, el género, la genética, el consumo de tabaco, de alcohol, así como de antiinflamatorios no esteroideos, de que exista un historial familiar de demencia, o el paciente haya sufrido un traumatismo craneoencefálico. Otros factores que no se quedan fuera son la dieta y la educación. Un estudio publicado en The Lancet sugiere que esta reducción de casos se debe a mejoras en la educación, nutrición, la salud y la adopción de estilos de vida sanos.
Del mismo modo, aseguran que si se trataran también otros factores de riesgo nuevos, se podría incidir en casi el 40% del tipo de demencias, cuyo diagnóstico podría prevenirse o retrasarse. Algunos de ellos son la contaminación del aire, un bajo contacto social, la inactividad física, la obesidad, la depresión, la discapacidad auditiva, o la hipertensión.
Un factor de riesgo, que se presta para debate, es la educación. Algunos autores afirman que en personas con menos educación se dan más casos de Alzheimer, ya que la educación aumenta las reservas cerebrales e incrementa la densidad de las sinapsis del neocórtex cerebral (conexiones entre neuronas). Mientras que otros investigadores creen que esto puede ser un sesgo.
Peter Hudomiet, economista de la corporación RAND, el ‘think tank’ más poderoso de EEUU, es co-autor de un artículo de investigación sobre este fenómeno. Para él, las mejoras más apreciables en cuanto al menor porcentaje de diagnosticados de Alzheimer, se deben a un mayor nivel educativo en la población, y a la mejora en los tratamientos para enfermedades cardiovasculares.
Perspectivas con memoria
Es conveniente recordar que, aunque los porcentajes de pacientes diagnosticados se reducen; el número de personas mayores crece, y por consiguiente, crece también el número absoluto de personas aquejadas por este tipo de demencia. En España hay más de 800.000 personas diagnosticadas de Alzheimer, y su tratamiento supone un 1.5% del PIB. Siguiendo este ritmo, cada año se diagnostican 40.000 casos nuevos de Alzheimer. Con una población que envejece a pasos agigantados, las perspectivas respecto al Alzheimer recaen en el fomento de políticas que contrarresten el peso de varios factores de riesgo, como el tabaquismo o el sedentarismo.
Como vemos, frenar el envejecimiento del cerebro es posible si se controlan algunos factores de riesgo. Además, es conveniente saber que existen diversos suplementos alimenticios como el Ginkgo Biloba, la jalea real, o la nobiletina que pueden retrasar el diagnóstico del Alzheimer o prevenirlo. Dentro de este grupo de alimentos también entran las Vitaminas de tipo B y E. Del mismo modo, los ácidos grasos Omega, 3, 6 y 9 destacan por su papel previniendo la enfermedad.
También existen otros suplementos indicados para pacientes con Alzheimer, como Neuromem Premium de Herbora, que estimula la agilidad mental gracias a la nobiletina, la taurina y el triptófano. Herbora también ofrece Neuromem DHA, que aporta el ácido graso DHA, proveniente del pescado azul, el cual está presente en las neuronas y los tejidos nerviosos.
Publicado en: Salud
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