Resistencia a los Antibióticos: ¿Una pandemia silenciosa?
En tiempos de pandemia, en 2020, la Organización Mundial de la Salud publicó en su web un artículo sobre algo que la Agencia Española de Medicamentos llamaría, un año más tarde, “una pandemia silenciosa”. El contexto es relevante, ya que la nota fue publicada en tiempos de una emergencia sanitaria que afectó a gran parte del planeta. La pandemia silenciosa a la que hicieron referencia ambas fuentes era la llamada “resistencia a los antibióticos”, un problema que tiene lugar cuando las bacterias mutan en respuesta a estos fármacos, y se convierten en resistentes a ellos.
Desde el descubrimiento de la Penicilina, por Alexander Fleming, el uso de los antibióticos se generalizó a lo largo del S.XX. En este periodo de tiempo se desarrollaron distintos tipos de antibióticos: antibacterianos, antivirales, antimicóticos, y antiparasitarios. Sin embargo, con el tiempo, y el consumo generalizado de este tipo de medicamento, la resistencia ofrecida por las bacterias empezó a ser mayor. Esto es lo que se conoce como resistencia a los antibióticos. La OMS recalca que no es que los humanos o los animales nos convirtamos en resistentes a los antibióticos; son los microorganismos los que mutan para sobrevivir.
En 2001, España era el segundo mayor consumidor de antibióticos de Europa, solo por detrás de Francia. Desde entonces, se ha intentado controlar el uso de este tipo de medicamentos. Por ejemplo, en 2021, en salud humana, el consumo de antibióticos había bajado en 32,4%, y en salud animal el descenso fue de un 56,7%. El artículo de la Agencia Española del Medicamento subraya que, a pesar del impacto de la primera ola del Covid-19, se ha mantenido una estrategia decreciente en el consumo de antibióticos, la cual arrancó desde 2014.
Según la OMS, la resistencia a los antibióticos está aumentando en todo el mundo a niveles peligrosos, ya que, cada vez más, aparecen y se propagan nuevos mecanismos de resistencia que impiden tratar enfermedades infecciosas comunes. Como consecuencia, un creciente número de infecciones como la neumonía, la tuberculosis o la gonorrea son cada vez más difíciles de tratar, ya que en estos casos la eficacia de los antibióticos es menor.
La Agencia Española del Medicamento recalca que cerca de 33.000 personas mueren al año en Europa a consecuencia de infecciones resistentes. En España las personas fallecidas por esta causa son 4.000 al año, es decir, más muertes que las provocadas por accidentes de tráfico. Por este motivo, fue creado en 2014 el PRAN (Plan Nacional de Resistencia a los Antibióticos), un plan estratégico y de acción orientado a reducir el riesgo de resistencia a los antibióticos.
Desde el Ministerio de Sanidad, se hace hincapié en que tratar un proceso vírico respiratorio con un antibiótico carece de utilidad, y somete al paciente a riesgos innecesarios, como reacciones alérgicas, entre otros. Otro aspecto es cómo agreden los antibióticos a la flora respiratoria e intestinal, ya que el antibiótico elimina la población mayoritaria de bacterias sensibles, y favorece el crecimiento de una flora más resistente, sumado al riesgo de su diseminación. El problema llega cuando las bacterias resistentes se diseminan, ya que es difícil de revertir un proceso así.
Gracias a las iniciativas gubernamentales, España está consiguiendo abandonar los primeros lugares en los rankings de países más consumidores de antibióticos. Desde la puesta en marcha del PRAN, España es el sexto país con una mayor reducción en el consumo de este tipo de medicamentos. Aunque las primera olas del Covid supusieron un mayor uso de antibióticos, desde el Ministerio de Sanidad rescatan que este contexto respaldó el uso de estrategias avanzadas por el PRAN, como el lavado de manos, para la prevención de infecciones. No obstante, estudios independientes sostienen que hay ámbitos como el tratamiento de infecciones respiratorias, donde la prescripción de antibióticos sigue siendo alta.
Publicado en: Salud
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