¿Por qué la alergia al polen es un problema cada vez más frecuente?
La primavera supone un motivo de alegría para la mayoría de personas, el mayor número de horas de sol se refleja en más tiempo de ocio para muchas personas. Además, la rigidez del tiempo invernal se suaviza, lo que también nos permite tener más actividades al aire libre. No obstante, un porcentaje creciente de personas no comparten el mismo entusiasmo respecto a la primavera, todo lo contrario. Descubramos por qué.
Desde hace varios años, la alergia al polen se ha ido convirtiendo en un problema más común entre los españoles. Según Newtral, la incidencia de esta afección aumentó en un 42,3% desde 2.016, afectando a 6,6 millones de personas, lo que supone el 14,4% de población usuaria del sistema público de salud.
Como se recoge en “El libro de las enfermedades alérgicas”, editado por la Fundación BBVA: este aumento de casos viene dado por varios factores que se superponen. Por ejemplo, los factores ambientales, como la contaminación, o el cambio climático, y también factores genéticos, como explica para Quironsalud la alergóloga Pilar Cots Marfil, quien añade que son varios los genes responsables de la predisposición que tiene una persona para desarrollar una alergia, o no.
En las grandes ciudades es donde se vive con especial preocupación esta temporada. En 2015, especialistas de las Sociedad Española de Alergología e inmunología Clínica (SEIMC) sostuvieron que, pese a que hay más tipos de polen en el ámbito rural, el número de alérgicos en las ciudades es mayor debido a la mezcla que se da entre polen y contaminación.
La alergóloga Pilar Mur explica que la relación entre la alergia y la contaminación empieza en las plantas y su biología. Las plantas reaccionan de manera defensiva ante la contaminación del aire desarrollando nuevas proteínas. Estas, denominadas como proteínas de estrés, tienen un efecto directo sobre la alergenicidad de los granos de polen.
Así pues, la alergenicidad se entiende como la capacidad que tiene una molécula de generar una reacción alérgica. Es decir, como reacción ante la contaminación las plantas desarrollan los alérgenos como un mecanismo de defensa, y esto genera respuestas alérgicas en algunas personas que se ven expuestas a este tipo de polen, más típico de las especies vegetales de las ciudades contaminadas.
Según la especialista, las partículas de emisión del diesel, la combustión del aceite para motores, y las calefacciones crean un ambiente hostil que determina el comportamiento de las plantas, y configura qué tan alérgeno puede ser el polen. La combustión de los vehículos produce numerosas sustancias nocivas, constituidas en un 80% por nanopartículas que pueden atravesar los alvéolos y los capilares sanguíneos, lo que hace a más personas susceptibles a este tipo de alergia.
Distinguir entre alergia y catarro
Como recogen desde la Clínica Universidad de Navarra, la alergia al polen se traduce en un cuadro de síntomas caracterizado por congestión nasal, un aumento de la mucosidad, así como de estornudos, lagrimeos, enrojecimiento de los ojos, tos seca, pitidos en el pecho al respirar, y dificultad para poder hacerlo con normalidad. Por su parte, en los casos de catarro no siempre se da conjuntivitis, no hay fiebre y la tos es seca.
Vemos así cómo puede quedar limitada la vida de una persona alérgica al polen en primavera. Son numerosos los consejos que hay en internet para las personas alérgicas al polen, desde conocer qué tipo de polen se da en cada época y cuál afecta más a la persona, a convertir la mascarilla en un objeto de uso común, ya sin la pandemia de por medio. De todas formas, si el sistema inmune de la persona no es lo suficientemente fuerte, la persona será más susceptible al efecto de los alérgenos, pese a los cuidados personales que pueda tomar.
Existen varias maneras de abordar las alergias al polen, de una manera natural. Por ejemplo, el grosellero negro, una planta propia de las regiones templadas del Hemisferio Norte, ha demostrado unos efectos antialérgicos difíciles de comparar, y su uso es completamente seguro para las personas con alergias. En solocolágenos se puede conseguir el extracto de esta planta de múltiples propiedades, y con un efecto antialérgico demostrado.
Asimismo, la equinácea refuerza el sistema inmune, por lo que mejora la tolerancia del organismo ante estas agresiones externas provocadas por el polen. Esta planta ha sido usada tradicionalmente para el tratamiento de afecciones respiratorias, y, como se ha descubierto gracias a investigaciones posteriores, es inmunomoduladora.
Más allá de las recomendaciones típicas que se sugieren a las personas alérgicas, es fundamental entender que nuestro cuerpo será menos vulnerable a los alérgenos si el sistema inmunitario tiene la suficiente capacidad de detectar este tipo de moléculas antes de que generen una respuesta alérgica. Por ello, es primordial reforzar el estado de nuestro sistema inmune, bien sea con la toma de probióticos, miel, o suplementos como la equinácea.
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