Cómo transformar tus malos hábitos y mejorar tu salud: Guía práctica
Vivimos inmersos en un estilo de vida que, además de ser altamente demandante, está basado en unos hábitos de vida muy poco sanos. Escapar de la rueda de los hábitos nocivos como fumar, comer o beber en exceso, y transformarlos en ejercicio y buena alimentación es complicado, según cómo lo tomemos. De cualquier modo, es muy posible que estemos dentro de una inercia en la que dañamos nuestra salud sin ser conscientes del impacto de nuestros hábitos, y no hacemos algo por cambiarlo.
De esta serie de malos hábitos se pueden desarrollar enfermedades 100% evitables, que dependen en exclusiva de cómo gestionemos nuestra salud. La diabetes tipo 2, muchas enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, enfermedades respiratorias crónicas o del hígado, son completamente evitables si cuidamos a tiempo nuestros hábitos.
Obesidad
En este artículo publicado en la revista Science se habla de la diabetes tipo 2 como una epidemia. Entre 1991 y 2000 se registró en EEUU un crecimiento de casos de este tipo de diabetes en un 49%, mientras que España es el segundo país con mayor prevalencia de Europa. Este avance viene impulsado por la obesidad, según los especialistas. Un mal causado por un amplio suministro de alimentos combinado con un estilo de vida sedentario. Según Roger Unger, del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas, "la sobreabundancia actual de alimentos, fácilmente disponibles, es algo que nuestros cuerpos no están diseñados para manejar"
Y, es que esta combinación de exceso de comida e inactividad es la principal causa de este tipo de diabetes, cada vez más común. La clave de esta disfunción está en la resistencia a la insulina en las personas obesas y con sobrepeso. Cuando hay una resistencia a la insulina, las células de los músculos, grasa e hígado no responden bien al efecto de la insulina y no pueden absorber la glucosa de manera natural. El exceso de peso causa resistencia a la insulina, de hecho, la grasa acumulada en el vientre está vinculada con la resistencia a la insulina.
Una gestión razonable, y documentada sobre nuestra dieta, así como una rutina de ejercicio frecuente son las claves para alejarnos de esta enfermedad que se construye desde nuestros patrones de vida: mala alimentación, prisas, estrés, y poca actividad física. Alimentos como las bebidas azucaradas, o los ultraprocesados deben suponen un daño importante que suele pasar inadvertido, pero que contribuye en gran medida a la obesidad.
Tabaquismo
El tabaquismo es uno de los hábitos prescindibles que más dañan tu cuerpo. Eso no es un secreto, especialmente si fumas y eres consciente del daño que conlleva la dependencia. Por ello, conociendo la dificultad para abandonar este hábito, te recomendamos empezar a fumar menos, siendo más consciente del daño que te está provocando cada cigarro.
Del abuso del tabaco se desprenden numerosas enfermedades evitables. Por ejemplo, muchas enfermedades del corazón, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares son resultado de la combinación de hábitos como el tabaquismo. Cuando se combinan otros factores como una mala alimentación, poca actividad física, el consumo excesivo de alcohol y una mala gestión del estrés, las probabilidades se disparan. Esto es lo que en medicina se suelen llamar factores de riesgo, que predisponen a la persona a padecer alguna enfermedad.
Aparte de este daño a nivel vascular, está lo obvio: el impacto del tabaco a nivel respiratorio y su potencial cancerígeno. En EEUU entre el 80% y 90% de las muertes por cáncer de pulmón están causadas por el tabaquismo. En el humo del tabaco se liberan más de 7.000 sustancias tóxicas, de las cuales 70 provocan mutaciones en las células de los tejidos de los pulmones y predisponen a la aparición del cáncer de pulmón.
Este no es el único tipo de cáncer asociado al tabaquismo: con este hábito se puede desarrollar cáncer de boca y garganta, esófago y estómago. Así como en el colon, el recto, el hígado, el páncreas, la laringe, la tráquea, y más órganos, lo que da una idea de lo perjudicial que es para nuestro cuerpo exponerlo a este humo de manera continuada.
Alcohol
El hígado graso y la cirrosis, por desgracia, son enfermedades más comunes de lo que creemos. En el caso del hígado graso no alcohólico, su prevalencia va asociada con la obesidad. En este caso se da una acumulación excesiva de grasa en el hígado, y no está directamente relacionada con el consumo abusivo del alcohol. El mayor peligro que representa este diagnóstico es que puede escalar en una cirrosis o en una insuficiencia hepática, por lo que es vital frenar este avance, y se puede conseguir con productos naturales, como el cardo mariano, y unos buenos hábitos.
En el caso de la cirrosis existe una formación grave de cicatrices en el hígado. Este tejido cicatricial es el residuo de un proceso de curación del hígado ante agresiones como el consumo abusivo de alcohol. Cuanto más tejido de este tipo se acumula, las funciones del hígado se comprometen más. Hasta llegar a un punto letal. Un diagnóstico temprano puede limitar el daño causado al hígado, incluso revertirlo.
Aprendiendo buenos hábitos
Todas las enfermedades mencionadas anteriormente tienen muchísimo mayor margen de mejora y evitabilidad que otras, no relacionadas con el estilo de vida. La obesidad, el tabaquismo, el abuso del alcohol forman parte de estos hábitos de vida perjudiciales, y determinan en gran medida la salud de millones de personas. La OMS viene tomando cartas en el asunto desde hace varios años. Afirman que cada año mueren 38 millones de personas por enfermedades no transmisibles, de los cuales 16 millones fallecen antes de los 70 años, y este último grupo puede prevenir un deceso si se adoptan medidas de prevención adecuadas.
Estos son los 9 objetivos necesarios para controlar las enfermedades no transmisibles, según la OMS:
Una reducción del 25% en la tasa de mortalidad prematura en enfermedades crónicas respiratorias, cardiovasculares, cáncer o diabetes.
Disminuir un 10% el abuso del alcohol.
Bajar en un 10% la prevalencia del sedentarismo y la falta de actividad física.
Contener el consumo de sal en un 30%.
Lograr que la prevalencia de fumadores mayores de 15 años se reduzca en un 15%.
Una caída relativa en la prevalencia de hipertensos del 25% o mantener las tasas, según los países.
Frenar el aumento de la diabetes y la obesidad.
Conseguir que al menos el 50% de las personas susceptibles de recibir tratamiento farmacológico y consejo médico para prevenir ataques al corazón o ictus lo reciban.
Que exista disponibilidad de al menos el 80% de la tecnología básica sanitaria, incluidos los medicamentos genéricos, requerida para tratar la mayoría de las enfermedades no transmisibles tanto en centros públicos como privados.
El objetivo de la organización es reducir el porcentaje de muertes de este tipo en un 25% para 2025. La exdirectora de la OMS, Margaret Chan, afirmó: “Con sólo invertir entre 1 y 3 dólares por persona al año, los países pueden disminuir las enfermedades y la mortalidad provocada por estas patologías." Esta llamada a la inversión responde a que la mayor parte de las muertes prevenibles (82% de los 16 millones) tienen lugar en países con ingresos medios y bajos, donde las campañas publicitarias del tabaco son más agresivas, al igual que ocurre con la publicidad del alcohol.
Formar nuevos hábitos puede ser difícil, según cómo nos lo planteemos. Sobre la disciplina y los autocuidados existen libros que nos pueden aconsejar cómo cambiar esos hábitos con los que ya no nos sentimos cómodos y nos hacen daño.
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