La diana terapéutica que abre paso a la cura del Covid
En ocasiones, después de atravesar alguna emoción traumática nuestro cerebro opta por borrar esos recuerdos molestos e intrusivos. De manera paralela, parece que con la pandemia del Covid hayamos alcanzado, a nivel social, ese estado de borrado colectivo de memoria, similar al que planteó en su día la escritora y periodista Naomi Klein, en su libro “La doctrina del Shock”. En este texto, la autora examina cómo este tipo de "choques de tipo social" allanan el paso a reformas sociales y políticas que, de no haber sido por el “shock” previo, nunca habrían visto la luz.
Respecto a la parte más dura de la pandemia, el confinamiento general que tuvo lugar en 2020, los recuerdos de la misma parecen borrosos para muchas personas, como algo lejano o que no tuvo lugar. Aunque el virus siga estando en todas partes, y el único cambio sea que estemos inmunizados a él gracias a las vacunas. Una prueba de que las autoridades no bajan la guardia al respecto es la reciente petición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hacia sus países integrantes: seguir informando de los casos de Covid, “pese al fin de la emergencia sanitaria”, como recoge el portal Infosalus.
Estos intercambios de información son necesarios, ya que el covid sigue provocando hospitalizaciones y muertes y se siguen investigando sus mecanismos de acción en órganos vitales, como el corazón. Investigadores del Hospital Infantil de Filadelfia, encontraron que los genes de las mitocondrias, la parte de la célula que genera la mayor parte de su energía, pueden verse afectados por el virus de manera negativa. Esto provoca disfunciones en varios órganos, no sólo en los pulmones.
La importancia de este descubrimiento se puede traducir en nuevos enfoques para tratar la enfermedad, ya que una pregunta que siempre intrigó a los investigadores fue por qué el Covid-19 causa efectos tan negativos en los órganos, en comparación de los demás coronavirus. Este hallazgo centrado en las mitocondrias de las células es clave, ya que los genes responsables de producir las mitocondrias se encuentran tanto en el núcleo de las células, como también en el ADN mitocondrial.
Anteriormente, se había demostrado que las proteínas del coronavirus podían unirse con otras proteínas mitocondriales de las células que alojan el virus. Como consecuencia, se provocaba un empeoramiento en el funcionamiento de esta parte de las células. Este descubrimiento vino precedido de una investigación sobre tejidos de pacientes afectados y fallecidos, así como en modelos animales.
Con esta variedad de tejidos a investigar se pudo comprobar, con mayor acierto, que, aunque órganos como los pulmones se recuperan del paso del virus, no ocurre lo mismo con el corazón, los riñones o el hígado. Según los investigadores, la explicación reside en que la función de las mitocondrias continúa suprimida en estos órganos. De esta manera, las células de estos órganos siguen sin generar energía para ellas mismas, y así, para los órganos de los que forman parte.
Esta recuperación lenta en el corazón es, para los investigadores, una muestra que se debe dejar de enfocar al Covid-19 como una enfermedad exclusivamente respiratoria. Más bien se trata de un trastorno que afecta a múltiples órganos, cuya disfunción causa daños a largo plazo en los órganos internos de los pacientes, como declara el doctor Douglas C. Wallace, coautor del estudio, y director del Equipo Internacional de Investigación del Covid-19.
Otro hallazgo interesante para la comunidad científica fue la identificación de una posible diana terapéutica (una molécula o proteína sobre la que un fármaco puede actuar). Esta “diana” es el microARN 2392, el cual regula la función de las mitocondrias, tal y como se observó en este estudio en los exámenes a tejido humano.
Para detectar esta diana terapéutica se observó que este microARN estaba regulado al alza en los pacientes infectados. Según Ashin Behesti, coautor del estudio, este hallazgo supuso una sorpresa, ya que, “neutralizar este microARN podría impedir la replicación del virus, brindando una opción terapéutica adicional para los pacientes que estén en riesgo de que la enfermedad cause más complicaciones”.
Este hallazgo es prometedor también para otros casos derivados de la enfermedad, como el denominado “Covid prolongado”. Un caso que se caracteriza por la persistencia de los síntomas de la enfermedad hasta un año después de que haya tenido lugar. En este descubrimiento de la Universidad de California en San Francisco se señala que aproximadamente el 16% de los pacientes de Covid experimentó este Covid prolongado que se mantuvo, o que hizo presencia, pero de manera intermitente.
Como si estuviéramos escapando de una pesadilla, con el tiempo hemos pasado del “Todo va a estar bien” al principio de desarrolla3 la cura definitiva del covid. Fueron tiempos duros, pero que nos demuestran nuestro poder como sociedad cuando estamos cohesionados y existe solidaridad entre todos. Finalmente, tras unos años después, podremos decir que la pesadilla terminó definitivamente.
Publicado en: Salud
Deja un comentario