Vitamina D: ¿Por qué es necesaria su suplementación?
La vitamina D es una hormona esencial para el correcto funcionamiento de la salud humana. Este nutriente actúa en conjunto con el calcio y el fósforo para fortalecer los huesos, así como los dientes. Pero su importancia va más allá, ya que contribuye al funcionamiento del sistema inmunitario, la función muscular, y los procesos de división celular. A pesar de su importancia, los especialistas apuntan a que su deficiencia es mucho más común de lo que creemos, y con más implicaciones que las que podemos imaginar a priori.
Esta vitamina es liposoluble, por lo que se encuentra en alimentos de base grasa, como los peces, las yemas de los huevos y los productos lácteos. También se puede encontrar, en menor medida, en alimentos de origen vegetal, como cereales, hongos o levaduras. Sin embargo, al tratarse de una hormona, puede ser sintetizada de manera natural por nuestro cuerpo, gracias a una tarea combinada entre la piel, el hígado y el riñón. No obstante, estos aportes suelen ser insuficientes, por lo que su suplementación es recomendada, especialmente, a partir de los 50 años.
Desde su proceso de síntesis, la vitamina D se dirige a distintos receptores ubicados en los huesos, el páncreas, el sistema cardiovascular y el sistema inmune. Una vez allí, interactúa con el calcio, donde la vitamina D juega un papel clave en el metabolismo de este mineral, al igual que en el del fósforo. A su vez, regula la proliferación y la diferenciación celular.
A pesar de su importancia, se estima que la carencia de vitamina D oscila en un rango de entre el 37% y el 50% de la población sana. Esta deficiencia se manifiesta en especial en personas mayores de 50 años. El Dr. José Luis Neyro apunta que, a partir de esta edad, la producción de vitamina D decae. Se calcula que la mitad de personas, a partir de los 50 años, manifiesta una menor disponibilidad de esta hormona, y el porcentaje aumenta a medida que la población envejece, llegando a un 87%, según el Dr. Neyro.
Según el profesor Manuel Montero-Odasso, la deficiencia de vitamina D se está reconociendo cada vez como una epidemia mundial, y la causa más común de la deficiencia de esta vitamina es una exposición solar inadecuada, especialmente en países de latitudes superiores. No obstante, esta deficiencia se manifiesta también en países más soleados, como en España, donde esta deficiencia es cercana al 80% de la población.
Las consecuencias de un déficit de vitamina D se manifiestan, en primer lugar, por una creciente fragilidad del sistema óseo, la cual se muestra en problemas como la osteoporosis y las caídas. Del mismo modo, deja su rastro en problemas cardiovasculares, oncológicos, trastornos cognitivos y demencias, así como en enfermedades mediadas por inmunomodulación, como la esclerosis múltiple.
Por estos motivos, los especialistas recomiendan mejorar la suplementación con vitamina D. Un argumento de peso que apoya esta recomendación es el efecto observado en las funciones neuromusculares y la prevención de caídas. Se han descrito asociaciones entre funciones cognitivas y la acción de la vitamina D, así como en medidas de atrofia muscular y equilibrio, las cuales sugieren que este efecto de prevención de caídas podría tener que ver no solo con mejoras musculares, sino también en el sistema nervioso.
En la actualidad, se está investigando si la vitamina D es también un marcador de problemas de salud, en vez de la causa de ellos. Se ha evidenciado cómo algunos procesos inflamatorios implicados en la ocurrencia de enfermedades crónicas reducen los niveles de vitamina D. Esto explica, a su vez, por qué unos niveles bajos de vitamina D son asociados con una amplia gama de trastornos.
Por estos factores, es conveniente situar a la vitamina D en la categoría de hormona, ya que nuestro cuerpo sí es capaz de sintetizarla por su cuenta. No como ocurre con el resto de vitaminas que, aunque son esenciales, solamente son asimilables desde la dieta o los suplementos. Recordemos que, a partir de la síntesis de la luz solar hecha desde la piel, nuestro cuerpo puede sintetizar esta vitamina, aunque, como hemos visto, no a unos niveles deseados.
Dada la preocupante deficiencia de esta vitamina, y de sus profundas implicaciones en la salud humana, es considerable preguntarnos si estamos tomando la vitamina D necesaria, este sigue siendo un tema de controversia para la comunidad científica. No obstante, las cantidades recomendadas en unidades internacionales UI son de 600 UI para adultos hasta los 70 años, y 800 UI para los adultos mayores de esta edad. Recordemos que, en farmacología, la medida UI es la cantidad de una sustancia que tiene algún efecto biológico. 1 UI de vitamina D equivale a 0,025 μg. de esta vitamina.
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