¿Cómo funciona nuestro sistema inmunitario?
Los seres humanos, como todos los mamíferos, estamos protegidos por un amplio y complejo sistema de defensas contra infecciones y enfermedades. Este escudo está compuesto por una red de células, tejidos y órganos que actúan de manera sincronizada para defender a nuestro cuerpo de amenazas externas.
No es un sistema perfecto. Como vimos recientemente a nivel global, los sistemas inmunes de todos los seres humanos fueron puestos a prueba por un nuevo tipo de virus que atravesó las defensas de nuestros sistemas inmunitarios, provocó millones de muertes, y generó una situación de parálisis mundial que afectó todos los campos de la sociedad.
¿Qué es el Sistema Inmune?
Pese a sus vulnerabilidades, el sistema inmune es una fuerte y eficaz red de respuesta que evita que la mayoría de bacterias y virus penetren en el cuerpo, ataquen a las células sanas y se multipliquen, evitando así que el cuerpo enferme. Esto nos ayuda a ver que el sistema inmune no es solamente una barrera de entrada, sino que está compuesto por organismos destinados a atacar a las células clasificadas como invasoras.
Esta red de defensa está compuesta por diversas partes que actúan en conjunto: la primera línea de defensa natural tiene lugar en la piel, así como en las mucosas que filtran la entrada de gérmenes. Si estos gérmenes consiguen atravesar estas barreras naturales, el sistema linfático se encarga de poner en circulación células inmunes que ayudan a combatir las infecciones y remueven materiales extraños, como bacterias y células cancerígenas.
Cuando el sistema ataca a un antígeno (sustancia que induce a una respuesta inmunitaria), se produce una respuesta inmune. Esta consiste en la producción de anticuerpos, las proteínas que atacan, debilitan y destruyen a estos antígenos invasores. Durante la respuesta inmune también se identifica al antígeno, así, el sistema produce los anticuerpos correctos para cuando se vuelva a encontrar con el mismo tipo de antígeno.
Problemas del sistema inmunitario
Hay casos en donde se desarrolla una respuesta inmune sin que haya una amenaza real. Es el caso de las alergias, el asma, o de las enfermedades autoinmunes. En estos casos, el sistema inmune ataca por error a células sanas. Algo parecido ocurre con el coronavirus, según el Colegio Oficial de Biólogos de la Comunidad de Madrid, la mayor parte del daño producido por el virus es causado por el propio sistema inmunitario. Según una publicación de su blog: “Con el Covid millones de células del sistema inmunitario invaden el tejido pulmonar infectado, y causan daños masivos en el intento de eliminar el virus y cualquier célula infectada.”
Este cuadro que señalan desde el Colegio de Biólogos se conoce médicamente como “tormenta de citocinas”. Se trata de una respuesta inmunitaria grave en la que el cuerpo libera muy rápido demasiadas citocinas en la sangre, lo cual resulta dañino para los órganos involucrados. Los síntomas que acompañan a este tipo de respuesta inmune son fiebre alta, inflamación, cansancio intenso y náuseas.
Otro cuadro es el de los trastornos por inmunodeficiencia, en donde la persona tiene peores defensas porque el funcionamiento de su sistema inmune no es el correcto. En este caso, las infecciones se pueden instalar más tiempo en el cuerpo, acarrean consecuencias más graves para la persona, y son más difíciles de tratar. Muchos de estos trastornos suelen tener origen genético.
¿Cómo reforzar el sistema inmunológico?
Es posible mejorar el funcionamiento de nuestro sistema inmune: la alimentación y unos mejores hábitos de vida son la clave para conseguirlo. Nuestro sistema inmune depende en buena medida de la calidad de nuestra alimentación, y hay alimentos clave para su mejora. Está demostrado que probióticos, como el yogur, mejoran nuestras defensas. Lo mismo ocurre con la miel, y sus derivados, en especial el propóleo.
También, está comprobado cómo vitaminas como la D, la C y el Selenio mejoran la respuesta inmunitaria. Este último mineral se puede encontrar en carnes rojas, pescados, grasos, huevos y pollo. Mientras que la vitamina C es protagonista en la composición de frutas y verduras.
Las recomendaciones para fortalecer el sistema inmune pueden ser variadas, pero la mayoría tienen ciertos puntos en común. En primer lugar, destaca la importancia del ejercicio físico. Investigadores de la Universidad Estatal de los Apalaches, en Carolina del Norte han constatado que el entrenamiento físico favorece la inmunidad y una reducción en la incidencia de varias enfermedades respiratorias.
Durante cada sesión de ejercicio se dan procesos de recirculación de inmunoglobulinas, neutrófilos y células asesinas naturales, que persiste hasta después de tres horas tras el entrenamiento. Aunque se trata de un efecto transitorio, mejora la vigilancia general de los patógenos.
Si el entrenamiento continúa durante 15 semanas, los síntomas de enfermedad respiratoria disminuyen entre un 25% y un 50%. También se ha observado que el entrenamiento regular reduce la inflamación sistémica, observada en múltiples enfermedades crónicas.
La hidratación es esencial, también, para nuestro sistema inmune, ya que humecta las mucosas que sirven como barrera física ante virus e infecciones. Por otro lado, el agua constituye entre el 50% y el 80% del peso corporal de una persona. Por eso se recomienda beber entre 2 y 2,5 l. de agua al día, según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria.
La sed aparece cuando hay un aumento de entre el 2% y el 3% de la osmolaridad extracelular, es decir, cuando se está levemente deshidratado. Por eso no debemos limitarnos a beber cuando sentimos sed. La deshidratación afecta a todos los órganos y sistemas del cuerpo, pudiendo causar diversos trastornos urológicos, circulatorios, entre otros.
Si buscamos un suplemento alimenticio que sea eficaz para mejorar nuestras defensas y prevenir enfermedades, las mejores recomendaciones son la equinácea y el propóleo. La equinácea es una planta medicinal de la que se elaboran preparados que estimulan a los macrófagos, encargados de destruir bacterias y organismos dañinos. Estos macrófagos también aumentan la producción de anticuerpos. Además de esta función, la equinácea también tiene componentes antibacterianos, antivirales y disminuye la propagación de agentes infecciosos.
Por otro lado, el propóleo es un derivado natural de la producción de miel, al que se le han atribuido propiedades inmunomoduladoras, que ya han sido verificadas por la ciencia. Se ha observado que el propóleo favorece la producción de anticuerpos y de diferentes células del sistema inmune, mejorando las respuestas inmunes innatas y adaptativas.
El propóleo actúa sobre los macrófagos mejorando su capacidad. Se ha demostrado que tiene una acción estimulante sobre estas células naturales asesinas de células tumorales, así como en la producción de anticuerpos.
Con estos cuidados en mente, debemos ser conscientes de que nos acercamos a un periodo del año en el que, desde mucho antes de la pandemia, nuestro sistema inmune ya era puesto a prueba por virus como el de la gripe. Debemos considerar que, ante una presencia mayor de virus y patógenos, es nuestro deber reforzar nuestros sistemas inmunológicos. Por ello, si las defensas de nuestro sistema inmune son lo suficientemente fuertes, habrá menos riesgo de que enfermemos.
Publicado en: Salud
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