¿Cómo afectan los Alimentos Ultraprocesados a tu Salud y Bienestar?: Un Análisis Detallado
Si eres asidua a este blog sabrás que nos gusta hablar de la alimentación. Sin ir más lejos, hace muy poco publicamos un post sobre cómo saber que no nos estamos alimentando bien (puedes verlo aquí). ¿Por qué puede parecer que ese sea el tema que más nos interese? Porque sabemos que la base de un auténtico bienestar empieza por lo que comemos, que define muchos patrones de nuestro cuerpo, más allá de lo esbeltos o fofos que seamos.
¿Qué son los alimentos ultraprocesados?
Los alimentos ultraprocesados son todos aquellos que han sido elaborados de manera industrial a base de sustancias extraídas o derivadas de alimentos, como define la Organización Mundial de la Salud. Lo más común es que contengan aditivos como colorantes, saborizantes o texturizantes, con el objetivo de emular los olores auténticos de donde dicen proceder.
Otra característica de estos alimentos, es la cantidad de procesos a los que están sujetos: fritura, refinado, hidrólisis de proteínas, hidrogenación, extrusión de harinas y cereales, entre otros. Todos estos son algunos de los procesos a los que son sometidos estos alimentos a fin de potenciar sus características nativas o aumentar su durabilidad.
No hace falta irse demasiado lejos para encontrarse con estos alimentos. Basta con llegar a la entrada de muchos supermercados, y encontrar que la única oferta alimenticia que se puede encontrar el cliente, justo al entrar, es la de los alimentos ultraprocesados, bien sea como bollería, golosinas o snacks.
Este momento es clave en nuestra experiencia de compra, e incluso puede llegar a definir nuestros hábitos alimenticios. Al entrar al supermercado se conjuga la predisposición que tenemos para comprar al llegar (satisfacer el deseo de comer), con la presentación de productos que se dirigen al capricho o la necesidad inmediata de los clientes. Y según algunos supermercados, es una oferta tan abrumadora que resulta difícil de evitar. Pero, ¿por qué es necesario ser conscientes de esta estrategia de ventas, y cómo podemos ser más conscientes de que estos alimentos sobran en nuestra dieta?
En primer lugar, se trata de alimentos con un alto contenido en calorías, grasas y azúcares añadidos. Esta sobrecarga de calorías contribuye en buena medida al aumento de peso, y aumenta el riesgo de contraer enfermedades como la diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas y obesidad. Como contraposición, carecen de nutrientes como vitaminas, minerales y fibra.
¿Cómo te perjudican los ultraprocesados?
El abuso del azúcar en los alimentos de la industria agroalimentaria tiene varias causas. Por ejemplo, su consumo libera dopamina en el cerebro, y esto nos hace sentir bien y asociar estos alimentos con el bienestar. Sin embargo, como es sabido, un consumo excesivo de azúcar nos lleva a aumentar el peso corporal, y a problemas metabólicos como la resistencia a la insulina y el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
En el caso de los alimentos salados, la sobrecarga de sal, y de sodio en general, es significativa también. Este contenido elevado en sal puede contribuir a que haya una mayor presión arterial, lo que compromete la salud del sistema circulatorio. La sal tiene una importante capacidad de retener agua en el cuerpo. Si es consumida en una cantidad alta, los riñones deben trabajar más para eliminar el exceso de sodio propio de la sal, y de esta manera se retiene más agua en el cuerpo. Esto provoca que el volumen sanguíneo aumente, y con ellos la presión arterial.
Por otro lado, los aditivos de este tipo de comida, como los colorantes y los saborizantes han sido asociados con el aumento en la inflamación y el estrés oxidativo, es decir, con la producción de radicales libres y la capacidad que tiene el cuerpo para neutralizarlos. Con el tiempo, esto se refleja en el envejecimiento de los tejidos y el desarrollo y progreso de enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, cáncer, enfermedades neurodegenerativas, entre otras.
Otro punto fuerte para rechazar este tipo de alimentos es el tipo de grasas que contienen. Por lo general, grasas saturadas y grasas trans, las cuales están más relacionadas con cuadros de enfermedades cardiacas y problemas de circulación. Lo que no ocurre con muchas grasas de origen vegetal, como el aceite de oliva.
El consumo de este tipo de grasas también afecta a la microbiota intestinal. Como hemos ido hablando de ella en otras entradas, este universo de microorganismos alojado en nuestro interior tiene importante influencia sobre el mantenimiento de un estado de salud óptimo. Cuando los alimentos ultraprocesados entran en contacto con la microbiota, alteran su composición de manera muy negativa, hasta el punto de comprometer al sistema inmunológico.
Ultraprocesados y su impacto social
Un reclamo fuerte de este tipo de comida es su disponibilidad, sumada a la publicidad de la que son objeto. Por un lado nos encontramos una multitud de máquinas expendedoras y tiendas varias con una oferta amplia de estos productos. Y por otro lado, una publicidad agresiva que impacta en mayor medida en personas jóvenes. De esta manera, es más sencillo y atractivo comprar una chocolatina de envoltorio sugerente que una manzana.
Y esta chocolatina puede ser un aperitivo necesario durante un día de trabajo de poco tiempo libre y mucho estrés. Sin embargo, es clave saber que estos alimentos son mucho menos saciantes que los alimentos frescos o los menos procesados. Esta característica propia de alimento que no sacia nos puede llevar a que comamos más, con lo que el consumo de calorías aumenta. Siendo estas, calorías vacías por su carencia de nutrientes. Y que, al mismo tiempo, nos habituemos a consumir este tipo de productos.
Por estos motivos, el consumo de alimentos ultraprocesados no es nada recomendable. Somos conscientes de que este tipo de alimentos están en todas partes, desde la sala de espera de un hospital, hasta en la tienda más cercana a tu casa. Sin mencionar la sobreoferta a la que estamos expuestos al poner un pie en un supermercado. Por este motivo, la primera medida es ser conscientes de qué peligros conlleva consumir estos alimentos con frecuencia. Y la segunda, encontrar alternativas al consumo de alimentos frescos que nos ayude a evitar los ultraprocesados.
Comer debe ser un proceso más consciente. Son muchos los nutricionistas que señalan que no es raro que la gente confunda el hambre y la sed, lo cual es un punto clave cuando nos enfrentamos a una supuesta hambre, que en realidad no lo es, y que por ella terminemos comiendo un ultraprocesado. Ser conscientes de qué es lo que el cuerpo nos pide en cada momento, y esto nos hará menos vulnerables a los coloridos reclamos de los alimentos ultraprocesados.
Publicado en: Salud
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