Tres señales de que tu alimentación es deficiente (y alguna más)
Desde hace muchos años se viene repitiendo una frase que es aplicada como un mantra: “Somos lo que comemos”. Pese a lo trillada que pueda parecer, se ajusta a la perfección al mundo de la nutrición y la dietética. Lo que comemos se transforma en lo que somos: en nuestro estado de salud; en la calidad de nuestros órganos y sistemas, incluso en nuestro estado de ánimo. Sin ir más lejos está demostrado cómo nuestra microbiota decide en buena manera cómo nos sentimos. Todo esto, dejando de lado cómo cada nutriente asimilado por nuestro cuerpo se transforma en energía o alimento.
Por ello, saber leer las señales que nuestro cuerpo nos envía puede prevenir enfermedades causadas por carencias de nutrientes, o el exceso de otros que debemos evitar en exceso. Consumir alimentos demasiado grasientos supone un esfuerzo extra para la digestión, el sistema circulatorio debe irrigar más sangre al proceso digestivo, quedando en segundo plano otras funciones vitales como la irrigación del cerebro o de otros órganos.
Del mismo modo, los alimentos con un alto contenido en azúcar o los ultraprocesados, como la bollería industrial y las bebidas azucaradas pueden causar desequilibrios en la microbiota, picos glucémicos y también pueden ser el abono necesario para enfermedades evitables, como la diabetes tipo 2. Más allá de este par de recomendaciones genéricas y archiconocidas, nuestro cuerpo muestra algunas señales de que nuestra dieta no es lo suficientemente equilibrada. Aprende a reconocerlas:
Está comprobado que una buena población de microorganismos beneficiosos en nuestra microbiota mejora la respuesta del sistema inmunológico ante amenazas externas. No obstante, hay que recalcar que si tienes una dieta baja en proteínas, además de alterar tu microbiota intestinal, estarás provocando que se sinteticen menos anticuerpos, que son obtenidos de las proteínas.
Lo mismo ocurre con la formación y la función de los Linfocitos T y las Células Natural Killer (NK), que son células inmunes de respuesta inmediata ante a las agresiones externas. Por otro lado, tu capacidad de reparación y regeneración de tejidos nuevos será peor, es algo que se puede ver en la recuperación de lesiones o infecciones.
Fatiga y menos energía
Sabemos que el agotamiento puede ser un síntoma común derivado del estilo de vida de la mayoría de personas. Sin embargo, hay casos en los que esta falta de energía es crónica y se arrastra con el tiempo. En muchos casos, la falta de hierro puede tener mucho que ver. Este mineral se puede encontrar en carnes, legumbres, cereales y frutos secos, pero también puede ser tomado como suplemento, en caso de que no esté resultando suficiente su aporte alimenticio.
Cabe destacar también que su absorción es mejor cuando se combina con la Vitamina C, abundante en los cítricos, los tomates o los pimientos. Saber esto es conveniente porque estos síntomas de fatiga son compartidos con los de la anemia. En este caso, lo necesario es recurrir a tu médico para que mediante una analítica pueda revisar tus niveles de hierro, y que así puedas darle a tu cuerpo lo que necesita.
Depresión
Son varias las formas en la que los que los excesos, o las carencias, pueden afectar al estado de ánimo. Por ejemplo, este estudio concluye que una dieta alta en grasas saturadas, azúcares refinados y alimentos ultraprocesados, puede producir un aumento en la inflamación crónica, la cual está relacionada con estados depresivos. Este mismo grupo de alimentos afecta de manera negativa a la plasticidad cerebral y las funciones sinápticas del cerebro, lo cual es un caldo de cultivo para cuadros depresivos, como recoge este estudio.
Por otro lado, una carencia de nutrientes esenciales como los ácidos grasos Omega-3, las Vitaminas del Complejo B, la Vitamina D y minerales como el Zinc o el Magnesio pueden afectar de manera negativa a la función cerebral y el equilibrio químico necesario para que haya una buena salud mental, como se destaca en este estudio.
A su vez, un desequilibrio en la microbiota, entre bacterias perjudiciales y bacterias beneficiosas puede afectar a la producción de neurotransmisores y a la comunicación entre el intestino y el cerebro. El estado de este eje intestino-cerebro tiene el potencial de influir en el estado de ánimo y el comportamiento, según este estudio.
Por último, está la relación entre los hábitos alimenticios y la salud mental. Este estudio sobre los hábitos nutricionales de los europeos destaca que unos hábitos alimenticios poco sanos tienen el potencial de afectar de manera negativa la autoestima, la percepción del bienestar, lo que puede conllevar a un estado de ánimo depresivo.
Además de estos padecimientos, existen otros ligados de una manera más directa con nuestro estado de salud digestiva. Este es el caso de las flatulencias, en el caso de que sea causadas por excesos de lácteos, en especial si nuestro cuerpo ya no los tolera igual que de costumbre. Las dietas inadecuadas también pueden influir en que tengamos una sensación constante de hambre, esto puede ser producido por una respuesta bioquímica lanzada por el cerebro cuando detecta que no estamos proporcionando al cuerpo los nutrientes necesarios para su correcto funcionamiento.
Por otro lado, una carencia de fibra y una hidratación escasa pueden ser la causa del estreñimiento. La fibra actúa como un regulador del sistema digestivo y añade volumen al bolo alimenticio para posibilitar el tránsito de los alimentos. Y por el otro lado, el agua es un recurso vital para todos los procesos bioquímicos del cuerpo. En caso de escasez, el organismo la busca en los propios intestinos, lo que dificulta el funcionamiento de estos. Como resultado, tienen lugar defecaciones dolorosas o escasas, lo cual es un problema que se puede agravar. La solución está en complementar la dieta con frutas, verduras, legumbres y cereales integrales para abastecer de fibra al sistema digestivo.
Por último cabe destacar la importancia que tiene una dieta variada para todos los procesos físicos y bioquímicos del cuerpo. Aunque nuestro cuerpo nos imponga restricciones respecto a algunos tipos de alimentos, como puede pasar en los casos de intolerancia a la lactosa o al gluten, es importante complementar nuestra dieta con el aporte de calcio de los lácteos, como suplemento; o las proteínas, fibra y vitaminas del Complejo B que aporta el trigo, y que una persona celiaca deja de tomar.
Lo mismo ocurre con las proteínas y las grasas propias de la carne. Su sustitución puede ser compleja, pero las dietas veganas y vegetarianas saben complementar gracias a las verduras la menor disponibilidad de proteínas que se suele dar al prescindir de la carne. No obstante, se pueden manifestar otras carencias de nutrientes a tener en cuenta, y que se pueden complementar mediante la suplementación, son las de la Vitamina B12, propia de los alimentos de origen animal, elhierro hemo, el calcio, y losácidos Omega-3 de cadena larga.
Como podemos ver, no son pocas las implicaciones que tiene una alimentación deficiente en nuestra salud, y está en nuestra mano mejorarlas. Si nuestra dieta debe ser restrictiva con algunos alimentos, debemos considerar siempre la posibilidad de complementarla con suplementos que puedan agregar los nutrientes que no estamos absorbiendo de la alimentación.
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