Día Mundial sin Tabaco: Una historia de por qué fumamos y cómo podemos dejar de hacerlo
El 31 de mayo la OMS celebra el Día Mundial Sin Tabaco, una jornada para la reflexión sobre los peligros del consumo de tabaco y la prevención del tabaquismo. Este mismo organismo señala que el tabaco es la primera causa evitable de enfermedad, invalidez y muerte prematura en el mundo. Solamente en Europa, el tabaquismo se cobra la vida de 1.200.000 personas al año.
Esta mortalidad está relacionada con el desarrollo de múltiples enfermedades que no solamente afectan a las vías respiratorias, entre ellas se solapan 20 diferentes tipos de cáncer, como recoge la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), organismo dependiente de la Organización Mundial de la Salud. Aparte de las afecciones respiratorias, el tabaquismo es responsable de más del 50% de las enfermedades cardiovasculares, tal y como recoge el Ministerio de Sanidad en su Plan Nacional sobre Drogas.
La curiosa historia del tabaco en el mundo occidental
La evolución del tabaco, de ser considerada como una planta de supuestas propiedades curativas, a ser vista como una lacra para los sistemas sanitarios de todo el mundo, es curiosa y llamativa. Jean Nicot, diplomático francés del S.XVI, fue un erudito que pasaría a la historia por ser uno de los principales promotores del consumo de tabaco en Europa. En particular, se interesó por esta planta, recién traída de América, y dedicó su vida a su investigación, de la que dedujo que el tabaco podría ser curativo para el cáncer, la gota y los dolores de cabeza. Además aisló su principal alcaloide: la nicotina.
Esta investigación le fue útil para introducir el tabaco en la Corte francesa. Nicot recomendó a la reina francesa, Catalina de Médicis, inhalar el polvo machacado de una hoja de tabaco para calmar sus dolores de cabeza. El remedio, que funcionó, se empezó a popularizar entre los cortesanos y la nobleza, quienes se encargaron de asociar el tabaco al placer de una posición social privilegiada.
Fue así como el tabaco esnifado, en forma de rapé, se hizo popular en la alta sociedad europea desde entonces hasta el S. XIX. De hecho, la expresión “echar un polvo” originalmente hacía alusión a esnifar el rapé. En este momento, el caballero se retiraba a otro cuarto para esnifar el tabaco. Del mismo modo, la excusa de ausentarse momentáneamente en un encuentro social también se empleó para mantener encuentros sexuales furtivos, como recogen Héloïse Guerrier y David Sánchez, en su “Glosario Ilustrado de las expresiones más castizas”.
El nacimiento del tabaquismo como enfermedad
El best-seller para dejar de fumar, “Es fácil dejar de fumar si sabes cómo”, de Allen Carr, señala la invención de la primera máquina capaz de producir cigarrillos como un momento de inflexión en la historia del tabaquismo como epidemia. En 1881 se inventó esta máquina, capaz de producir 120.000 cigarrillos al día, la cual provocó un crecimiento exponencial del número de fumadores.
De alguna manera, el pasado del tabaco como un producto relacionado con el placer y el ocio de las clases sociales privilegiadas sirvió como modelo aspiracional para una clase media y trabajadora que demandaba un mejor estatus social. Este mismo fenómeno se replicó más tarde, en el S.XX, cuando las tabacaleras se escudaron en valores como la emancipación femenina o la masculinidad para promover el consumo de cigarrillos.
Y es que el crecimiento del tabaquismo, desde el S.XIX hasta nuestros días, dependió en gran medida de la eficacia de la publicidad, como recoge Tendencias Hoy. Desde la publicidad modernista de finales del S.XIX, a las sofisticadas campañas actuales de las gigantes tabacaleras, la publicidad del tabaco siempre estuvo disociada de los efectos perjudiciales del tabaquismo en la salud. Se asociaba la imagen de masculinidad con la del fumador, e igualmente se recurría a la mujer para mostrarla, o bien como objeto de deseo, o como imagen de una mujer libre y empoderada.
La conciencia sobre los daños del tabaco en la salud
Fue pocos años después del inicio de la producción de cigarrillos a gran escala, que los gobiernos empezaron a tomar medidas sobre los perjuicios del tabaco. En 1908 se prohibió la venta de tabaco a niños en Gran Bretaña, mientras que en la primera mitad del S.XX ya se empezó a tratar al tabaquismo como una adicción, y la publicidad del tabaco en televisión se empezó a prohibir a partir de 1965. A partir de 1971 se acordó por primera vez que las tabacaleras advirtieran de los daños del tabaquismo en sus cajetillas, así como los impuestos aplicados a este producto subieron, como recoge el Dr. José María Echave-Susaeta María-Tomé, del departamento de Neumología del Hospital Quironsalud
No obstante, las tabacaleras, convertidas ya en emporios multinacionales, se siguieron valiendo de una publicidad agresiva para persuadir a favor del consumo de tabaco. Ya fuera validando el consumo de tabaco por parte de profesionales de la salud, utilizando a caras reconocidas como el actor y ex presidente de EEUU, Ronald Reagan, o de figuras que hoy no relacionaríamos con el consumo del tabaco, como deportistas. Asimismo, sus logotipos se volvieron omnipresentes en vallas publicitarias, revistas, y otros medios de comunicación, como la radio.
Ley Antitabaco y el principio del fin de una era de tabaquismo
Hasta principios del S.XX, en España, el tabaco era igual de omnipresente en casi todos los contextos sociales: profesores fumando en aulas, alumnos fumando en cualquier espacio, personas fumando en las salas de espera de hospitales y centros de salud, cines, aviones, autobuses... Sin embargo, tras años de restricciones paulatinas, en 2006 el gobierno de Rodríguez Zapatero aprobó por decreto la conocida como “Ley antitabaco”.
La deriva más polémica de esta ley fue la prohibición total de fumar en centros de trabajo y hostelería. Esta prohibición levantó ampollas en muchos sectores, habituados a fumar en su lugar de trabajo, o tomando una copa en un bar. La prohibición se extendió también a no fumar cerca de centros sanitarios, educativos y parques infantiles. A nivel mediático fue muy discutida; a las prohibiciones se añadía una subida exponencial del precio de la cajetilla de cigarrillos, y entre las personas fumadoras se empezó a gestar un sentimiento de estigma.
A la luz de los datos del Instituto Nacional de Estadística, las medidas antitabaco han ayudado a que millones de personas abandonen el hábito, o nunca lo adopten. Desde 2009 hasta 2020, el porcentaje de adultos fumadores descendió desde un 26% a un 19%. El gobierno quiere ir más allá, siguiendo la estela de gobiernos como el neozelandés, que camina hacia una prohibición progresiva del tabaco, donde los nacidos después de 2009, aunque sean mayores de edad, no podrán comprar tabaco.
En el caso español, se pretende avanzar mediante el “Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo 2021 - 2022”, el cual pretende elevar los impuestos aplicados a los cigarrillos y sus derivados, aumentar el número de espacios libres de humo en terraza o coches, o fijar un empaquetado genérico en las cajetillas.
De las medidas adoptadas que más afectan a las tabacaleras, contemplar la posibilidad de que sus famosas marcas ya no se vayan a mostrar en las cajetillas (empaquetado genérico de las cajetillas) supone un golpe notable hacia estas multinacionales. Como hemos visto, el motor de la industria tabacalera en los últimos siglos ha sido la publicidad, desde ella se ha persuadido a millones de personas a iniciarse en el hábito del humo, y prohibir que no puedan publicitarse ni en sus cajetillas es un choque que puede marcar una era en la lucha contra el tabaquismo.
Avance en los países ricos, retroceso en los países pobres
Según un estudio publicado en el Bulletin of the World Health Organization”, las personas que viven en los países pobres están expuestos a una publicidad del tabaco más intensa y agresiva. Estos anuncios se dirigen a la población más joven, como afirma una de sus autoras, la profesora Anna Gilmore, del Grupo de Investigación de Control del Tabaco de la Universidad de Bath, del Reino Unido. Gilmore puntualiza: “La industria del tabaco utiliza el marketing para impulsar la captación de jóvenes y niños para fumar”.
“Sus ventas están cayendo en los países de altos ingresos, por lo que su rentabilidad futura depende de conseguir jóvenes adictos al tabaco en los países de bajos ingresos”, añade. Las claves de este avance del tabaquismo en los países pobres se compara con el retroceso del mismo en los países ricos: la iniciación temprana en el tabaquismo, la venta de cigarrillos sueltos y, muy en particular, la intensidad de la publicidad de las tabacaleras, son factores que explican cómo el tabaquismo se va abriendo hueco en países donde no había sido un problema.
¿Cómo dejar de fumar?
Es conocido que la decisión de dejar de fumar no es sencilla: existen múltiples frenos biológicos y psicológicos. A nivel biológico, la presencia de la nicotina en el cuerpo demanda al fumador que continúe en el hábito. De esta manera se presentan síndromes de abstinencia protagonizados por la ansiedad, la irritabilidad, la dificultad de concentración, la apatía, la falta de apetito o el insomnio. No obstante, pasados los tres primeros días después de fumar el último cigarro estos síntomas se mitigan.
Pasados estos días, la lucha del fumador se centra en la dependencia psicológica al tabaco. Esta se caracteriza por la ruptura con una serie de hábitos relacionados con el tabaco, como los cigarrillos después de comer, antes de dormir, al despertar, o para descansar de un turno de trabajo. Desgraciadamente, estos síntomas tienen un mayor poder psicológico que los físicos y persisten durante un periodo de tiempo mayor, como pensamientos intrusivos o automáticos que llevan al ex-fumador a asociar el cigarrillo con placer o alivio. En el terreno psicológico es clave la fortaleza del ex-fumador y de cómo afronta estos pensamientos. La fuerza de voluntad es clave, así como la búsqueda de alternativas al cigarrillo.
De cualquier modo, aunque el proceso resulte tortuoso, es importante saber lo gratificante que es para nuestro organismo, y esta debe ser la clave para dejar de fumar. Por ello, es conveniente saber con qué rapidez se regeneran nuestros pulmones después de dejar de fumar. Un estudio publicado en la revista Nature destaca que las células que consiguen salir indemnes del tabaquismo tienen la capacidad necesaria de regenerar los pulmones dañados por el humo del tabaco, incluso en casos de fumadores que han mantenido el hábito a lo largo de más de 40 años.
Es conocido que el humo del tabaco contiene miles de productos químicos que corrompen y provocan mutaciones en el ADN de las células pulmonares, haciendo que sean potencialmente cancerígenas. El mismo estudio determino que en los pulmones de los fumadores 9 de cada 10 células son víctimas de mutaciones. El pequeño porcentaje que escapa de las mutaciones pertenece a un grupo irreductible de células que continúan ilesas pese a que las demás células hayan mutado y sean potencialmente cancerosas.
Según el estudio, esa pequeña población de células tienen la capacidad de reemplazar el revestimiento de las vías respiratorias después de abandonar el hábito de fumar. Aunque el estudio esté basado en una muestra pequeña da idea de la capacidad que tienen los pulmones de recuperar su estado original. Los beneficios no terminan ahí, sólo una semana después de dejar de fumar mejoran las concentraciones de oxígeno en el cuerpo, así como mejora el olfato, el gusto, y la salud de la piel.
Entre dos y tres meses después el estado la circulación mejora, así como se recupera la capacidad pulmonar. Y a lo largo del tiempo, las probabilidades de cáncer se reducen de manera notable. En 10 años se reduce en un 30% la probabilidad de contraer cáncer de pulmón. Esta probabilidad de reducción crece con los años, llegando a ser equivalente a la probabilidad que tiene una persona que nunca ha fumado, después de 15 años después de dejar de fumar definitivamente.
El fumador, en la actualidad, es consciente del daño que está causando en su cuerpo, y la mayoría admite que es víctima de una dependencia. Normalmente, la decisión de dejar de fumar sobrevuela su cabeza, pero los frenos biológicos (dependencia a la nicotina), y los psicológicos (hábitos relacionados con fumar) impiden que tome una decisión radical sobre el tabaco.
Tomar esta decisión puede tomar muchos años, entre tanto muchos fumadores ven necesario mitigar algunos síntomas del tabaquismo como la tos o los dolores de garganta. La fitoterapia ofrece alternativas saludables para mejorar el estado de las vías pulmonares. HerbalGem ofrece un novedoso y eficaz producto, conocido como “Jarabe de los Fumadores”, que mitiga los síntomas asociados al tabaquismo, como la tos persistente.
Este no es el único producto que presenta un alivio respiratorio a los fumadores que rondan la idea de abandonar el hábito. Solocolágenos ofrece una gama de productos destinados a mitigar la irritación de la garganta, la tos, el exceso de mucosidad y la congestión nasal.
Si fumas, este día te recomendamos que reconsideres la decisión de continuar con un hábito que causa un importante perjuicio para tu salud y para la salud de las personas que te rodean. Si sufres de síntomas vinculados con el tabaquismo, Solocolágenos te ofrece una amplia gama de soluciones para mejorar el estado de tus vías respiratoria, así como para prevenir accidentes cardiovasculares. Si tomas la decisión, es posible que sufras episodios de ansiedad y que te cueste afrontarlos, para ello te ofrecemos una gama de productos fitoterapéuticos para tratar los estados de nerviosismo e inquietud asociados a la abstinencia.
Desde Solocolágenos deseamos que tomes la decisión más sabia para tu salud, nosotros podemos ayudarte de manera natural.
Deja un comentario