¿No te apetece hacer ejercicio? Quizás tu flora intestinal tenga la respuesta
La flora intestinal es una gran olvidada que, sin saberlo, condiciona el desarrollo de muchas funciones de nuestro cuerpo. Su influencia en el desarrollo de enfermedades como el asma o la obesidad es una muestra de su grado de influencia real. Además, está comprobado cómo el consumo de antibióticos afecta el desarrollo de estas dolencias. En la actualidad se está comprobando de qué manera la microbiota afecta a funciones como la motivación, o cómo puede influir en el desarrollo de los trastornos depresivos.
Como explicamos en otro post, nos referimos a flora intestinal, o microbiota, al universo de microorganismos que habitan en nuestro tracto intestinal. Los habitantes de esta flora intestinal, microorganismos varios, se disputan los recursos, los nutrientes y el espacio. En el caso de que las bacterias perjudiciales superen en número a las beneficiosas, se crea un desequilibrio que afecta la salud del individuo. Llegando al caso de que el número de ciertas bacterias encontradas en la microbiota esté relacionado con una mayor mortalidad, según varios estudios.
Recientemente, se ha descubierto que existe una conexión entre la microbiota y el rendimiento físico, en especial, la motivación para hacer ejercicio. Un laboratorio de la Universidad de Pensilvania en EEUU. quiso comprobar cómo las bacterias de la flora intestinal influyen en el rendimiento físico. Querían verificar si estas bacterias tenían algo que ver con el subidón emocional que dicen experimentar los corredores tras su actividad, como venían sugiriendo varios estudios desde hace algunos años. Para responder a estas preguntas se realizó un estudio con 200 ratones a los que pusieron a correr en ruedas o cintas andadoras, observando que el rendimiento entre estos variaba. Al analizar sus rutas metabólicas, su metabolismo y su microbiota, encontraron una correlación entre esta última y su rendimiento físico.
Para comprobar que, en efecto, era la microbiota intestinal la que determinaba el rendimiento de los ratones del experimento, suministraron un cóctel de antibióticos, partiendo de la evidencia de cómo este tipo de medicamentos arrasa la flora intestinal. Al realizar este cambio, descubrieron que los ratones medicados tenían un rendimiento mucho más pobre, al extremo de que no se veían motivados para acercarse a la cinta andadora o a la rueda.
Según el jefe de la investigación, el profesor Christoph Thaiss, lo que descubrieron fue una vía que conecta la microbiota intestinal con el núcleo estriado del cerebro, donde se ubican los ganglios basales, fundamentales para la regulación del movimiento y el aprendizaje condicionado por recompensas, que además está implicado en la regulación de los movimientos intencionales y de los automáticos.
Según el profesor Thaiss, el microbioma produce metabolitos específicos que son detectados por las neuronas que transmiten estímulos nerviosos al intestino. Destaca que estas neuronas se activan durante el ejercicio, y que las moléculas derivadas de la microbiota mejoran esta activación. Thaiss señala que estas neuronas sensoriales transmiten una señal al cerebro, que segrega mayores cantidades de dopamina en el cuerpo estriado. Recordemos que la dopamina es el principal neurotransmisor involucrado en la motivación para hacer ejercicio.
Esta “inundación” de dopamina en el cerebro, durante y después del ejercicio, ya era conocida, y forma parte del sistema neuronal de recompensas. Lo que no se había investigado era qué relación había entre la motivación y las bacterias de la microbiota. Thaiss afirma que la microbiota regula los niveles de dopamina en el cerebro. Sostiene que, los niveles de esta aumentan en el cerebro gracias al ejercicio, lo que crea una sensación de placer y recompensa. Y que, por el contrario, con una microbiota más débil, la secreción de dopamina es más ligera, por lo que la gratificación tras el ejercicio es menor.
Una segunda parte del estudio consistió en examinar cuáles eran las bacterias que más influían en la producción y liberación de dopamina. De esta manera, a través de distintos tipos de antibióticos, redujeron la amplitud de acción de estos. A través de esta criba, aislaron a dos tipos de bacterias: las Coprococcus eutactus y Eubacterium rectale. El equipo observó que la desaparición de estas dos bacterias se relacionaba con una menor actividad física.
Estas dos bacterias son productoras de unos tipos de metabolitos conocidos como amidas de ácidos grasos, que estimulan los receptores neuronales que llegan a los intestinos. Específicamente, activan los receptores endocannabinoides (homólogos endógenos de los compuestos del cannabis), los cuales se encargan de la secreción de la dopamina y el aumento de sus niveles en el cuerpo estriado del cerebro y los ganglios basales.
Los autores del estudio son optimistas respecto a la utilidad de su estudio. Afirman que podría convertirse en una nueva rama de la fisiología del ejercicio. Además lanzan la hipótesis de que si existe una ruta similar entre el cerebro y las bacterias intestinales, se pueden ofrecer mecanismos basados en la dieta para estimular la motivación para hacer ejercicio, en los más reacios a ello, o para mejorar el rendimiento en los deportistas de élite. Incluso se podría utilizar para fomentar la motivación y mejorar el estado de ánimo en otros campos, como los de la adicción y la depresión.
Con esto en mente, es recomendable regenerar la microbiota, o flora intestinal, por diversos motivos: como mejorar nuestras defensas, prevenir enfermedades varias como afecciones respiratorios, el efecto de alergias y asma, obesidad, el síndrome de colon irritable, y, a la vista de los acontecimientos, la salud mental. Para ello se recomienda tomar probióticos que mantengan o mejoren la salud de las bacterias que tienen un efecto positivo en nuestra salud.
Publicado en: Estilo de Vida
Deja un comentario