La Organización Mundial de la Salud renueva periódicamente sus recomendaciones alimenticias con el fin de prevenir desequilibrios alimenticios extremos, como la obesidad y las enfermedades no transmisibles que puede conllevar. El pasado lunes 17 de julio, el organismo internacional publicó sus nuevas recomendaciones alimenticias, una serie de orientaciones sobre el consumo de grasas, ácidos grasos e hidratos de carbono. Pero también de fruta y fibra, en donde recae el mayor peso de las advertencias. Estas recomendaciones vienen de la mano de los estudios más recientes sobre alimentación y dietética.

Por ejemplo, una de las recomendaciones de la OMS es aumentar al menos 400 gramos de frutas y verduras en adultos, y de 25 gramos de fibra alimentaria natural. La fibra es un carbohidrato que no es digerido, como se detalla en este artículo. Su función es reducir los niveles de colesterol y controlar los niveles de glucemia. Esta se puede encontrar en la avena, la cebada, las habas, los arándanos o las manzanas.

Además de esta fibra soluble, existe otro tipo de fibra, la insoluble, que mejora la formación de las heces y regula los movimientos intestinales. Este tipo de fibra se encuentra en mayor disponibilidad en verduras, nueces, semillas y granos integrales. Ambos tipos de fibra son vitales para una digestión sana y regular, y son capaces de intervenir en el control del peso y reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas.

Frutas y Verduras

Las recomendaciones de la OMS sobre el consumo de frutas y verduras varían en función de la edad de las personas. Por ejemplo, mientras la dosis recomendada por el organismo es de 250 gr. al día para niños menores de cinco años de edad; a partir de los 10 años, la recomendación es la misma que para un adulto: 400 gramos de fruta y verdura al día. La misma progresión de cantidades se da con la fibra, que pasa de 15 gramos al día para niños menores de cinco años a los 25 gramos que son recomendados para un adulto.

Según declaró el organismo internacional, la intención de formular estas recomendaciones es reducir el riesgo de aumento de peso no saludable, así como de evitar enfermedades derivadas de los malos hábitos alimenticios, como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer relacionados con la mala alimentación.

Grasas alimentarias

Otro frente importante que afronta la OMS es el del consumo de grasas. Su recomendación más reciente es la de consumir menos de un 30% del total de la dieta. En el caso de la infancia no se recomienda que más del 10% de la ingesta energética provenga de grasas saturadas, como la mantequilla, el queso, la leche entera, el helado, la crema y las carnes grasas. El porcentaje de grasas trans recomendable es muchísimo menor, supone menos del 1% de la ingesta total de grasas. Recordemos que las grasas trans, típicas de los fritos, la manteca, la bollería y los alimentos industriales, aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardíacas.

Según el organismo, el aporte energético de estas grasas puede ser reemplazado por grasas de origen vegetal o por hidratos de carbono, cuyo origen esté en alimentos que tengan un aporte de fibra dietética natural, como en el caso de los cereales integrales, verduras, frutas y legumbres.

Al abordaje de la obesidad y las enfermedades relacionadas con ella

De esta manera, la OMS, organismo dependiente de la Organización de Naciones Unidas, busca minimizar los efectos de una enfermedad como la diabetes tipo 2, calificada como “una pandemia silenciosa y costosa”, según varias entidades médicas. Así como de otras enfermedades asociadas con la obesidad, como la hipercolesterolemia, la hipertensión, y los trastornos que estas pueden ocasionar.

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